El 25 de enero recién pasado, se cumplieron 2 años de la entrada en vigor del Acuerdo de Libre Comercio entre Chile y Brasil, quizás el testimonio más contundente de una relación bilateral sólida, estratégica y de larga data entre ambos países. Mientras Brasil es el principal socio y receptor de la inversión nacional directa en la Región, con más de US$ 35 mil millones en stock acumulado, y uno de los mayores destinos para productos chilenos, Chile, por su parte, es la puerta de entrada a Latinoamérica para las empresas brasileras gracias a su facilidad para invertir y sus buenos antecedentes.
Con el objetivo de profundizar y ampliar este comercio sobre bases sólidas, el Acuerdo de Libre Comercio (ALC) entre ambos países se constituyó en el paso más importante en sus relaciones comerciales. Está conformado por 24 capítulos que proporcionan un marco regulatorio moderno y actualiza normas existentes, renovando la relación comercial e incorporando nuevas áreas con el objetivo de otorgar mayor seguridad jurídica y transparencia a los inversionistas, exportadores e importadores de bienes y servicios.
Entre sus aspectos más destacados, el ALC incorpora un capítulo de Cadenas Regionales y Globales de Valor, aborda el tránsito de bienes con el objetivo de simplificar y brindar mayor eficiencia y celeridad para un óptimo entorno regulatorio y crea comités de medidas sanitarias y fitosanitarias para atender y facilitar temas relacionados al rubro agrícola.
Establece también un Comité de Obstáculos Técnicos para el Comercio que busca eliminar barreras innecesarias y recibir propuestas de sectores industriales específicos, para que las agencias sanitarias trabajen en conjunto para acelerar los trámites de exportación. Mientras, el Comité Mipymes tiene por objetivo apoyar, asistir e implementar programas de desarrollo para fomentar la internacionalización de este sector, haciendo foco en la reducción de las barreras no arancelarias que actualmente representan una carga desproporcionada a este tipo de empresas y el acceso a nuevas oportunidades a través de encadenamientos productivos para impulsar su desarrollo.
En el ámbito de las importaciones y exportaciones de servicios, el ALC proporciona mayor certeza en materia de las condiciones y plazos que regirán el ingreso temporal de empresarios a Brasil, así como una mayor certeza jurídica y trato no discriminatorio. En este contexto, facilita el comercio electrónico y la economía digital entre las partes, eliminando la obligación de ocupar servidores nacionales para operar y el roaming internacional.
Para los inversionistas de ambos países genera mecanismos de prevención de controversias, regula situaciones de arbitraje y garantiza la no discriminación en materia de servicios financieros. Además, establece mecanismos de apoyo local para ambos inversionistas, a fin de solucionar dificultades inherentes a la inversión y promueve el aumento en la participación de la mujer en las empresas exportadoras.
El acuerdo también dio acceso al mercado más grande de cuentas públicas en Latinoamérica, permitiendo a los proveedores de ambas naciones presentar ofertas en igualdad de oportunidades.
En definitiva, el ALC viene a confirmar el compromiso de ambos países por la liberalización comercial demostrando que no hay límites para esta relación integradora, intensa y llena de perspectivas promisoras entre Chile y Brasil para los próximos años.